Angustia. Esa es el sentimiento que la protagonista de Tenemos Que Hablar De Kevin sufre a lo largo de la película y que hace sentir al público.
Pero no es una angustia que te lleve a tener ganas de dejar de ver el film, si no una angustia que te genera interés por saber qué es lo que viene ahora, de qué va a ser capaz Kevin, hijo del personaje principal interpretado por una inspirada (y demacrada) Tilda Swinton.
Tenemos Que Hablar De Kevin plantea muchos temas que hoy en día siguen siendo tabú como que el amor de una madre hacia un hijo deba ser incondicional. Esa es la principal premisa del argumento de esta película que juega todo el tiempo con el espectador, que no es capaz de decidir si ponerse del lado de la fría madre o de ese hijo endemoniado del que nunca sabemos cuales van a ser sus siguientes pasos o simplemente de ninguno de los dos.
Lynne Ramsay nos ofrece un duro y escalofriante drama (aunque podría haber evolucionado fácilmente a un film de terror) que no dejará indiferente a nadie que se atreva a verlo y a sentir el sufrimiento que desprende.
Puntuación: 8.5/10
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